Gabriel Garcia Marquez-Poema desde un caracol-
Poema
desde un caracol
Yo
he visto el mar. Pero no era el mar retórico con mástiles y marineros amarrados
a una leyenda de cantares. Ni el verde mar cosmopolita -mar de Babel- de las
ciudades, que nunca tuvo unas ventanas
para el lucero de la tarde. Ni el mar de Ulises que tenía siete sirenas
musicales cual siete islas rodeadas
de
música por todas partes. Ni el mar inútil que regresa con una carga de paisajes
para
que siempre sea octubre en el sueño de los alcatraces. Ni el mar bohemio con un
puerto y un marinero delirante que perdiera su corazón en una partida de
naipes. Ni el mar que rompe contra el[muelle una canción irremediable
que
llega al pecho de los días sin emoción, como un tatuaje. Ni el mar puntual que
siempre tiene un puerto para cada viaje donde el amor se vuelve vida como en el
vientre de una madre. Que era mi mar el mar eterno, mar de la infancia,
inolvidable, suspendido de nuestro sueñ como una Paloma en el aire. Era el mar
de la geografía, de los pequeños estudiantes, que aprendíamos a navegar en los
mapas elementales. En el mar de los caracoles, mar prisionero, mar distante,
que llevábamos en el bolsillo como un juguete a todas partes. El mar azul que
nos miraba, cuando era nuestra edad tan frágil que se doblaba bajo el peso de
los castillos en el aire. Y era el mar del primer amor en unos ojos otoñales.Un
día quise ver el mar -mar de la infancia- y ya era tarde.
ANALISIS
Yo he visto el mar.
Pero no era el mar retórico con mástiles y marineros amarrados a una leyenda de
cantares. Ni el verde mar cosmopolita -mar de
Babel- de las ciudades, que nunca tuvo unas ventanas para el lucero de la tarde. Ni el mar de Ulises
que tenía siete sirenas
musicales cual siete islas rodeadas
de música por todas partes.
Ni el mar inútil que
regresa con una carga de paisajes
para que siempre
sea octubre en el sueño
de los alcatraces.
Ni el mar bohemio con
un puerto y un marinero delirante que perdiera su corazón en una partida de
naipes. Ni el mar
que rompe contra el[muelle
una canción irremediable
que llega al pecho
de los días sin emoción, como un tatuaje. Ni el mar puntual que siempre tiene un puerto para cada viaje donde el amor se vuelve vida como en el vientre
de una madre. Que
era mi mar el mar eterno,
mar de la infancia, inolvidable,
suspendido de nuestro
sueño como una Paloma
en el aire. Era el
mar de la geografía, de los pequeños
estudiantes, que
aprendíamos a navegar en los mapas elementales. En el mar de los caracoles, mar prisionero, mar distante, que
llevábamos en el bolsillo
como un juguete a
todas partes. El mar azul
que nos miraba, cuando era nuestra edad tan frágil que se doblaba bajo el peso
de los castillos en
el aire. Y era el mar del primer amor en unos ojos otoñales. Un día quise ver el mar -mar de la
infancia- y ya era tarde.
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